"Tengo miedo torero", crítica del libro de Pedro Lemebel.

"Tengo miedo torero", es libro escrita por el escritor y activista Pedro Lemebel y publicado en 2001, es una novela que se ambienta en el Chile de los años 80, durante la dictadura de Augusto Pinochet. La obra narra la historia de un amor imposible entre La Loca del Frente, un travesti que sobrevive haciendo bordados para señoras de la alta sociedad, y Carlos, un joven guerrillero del FrentePatriótico Manuel Rodríguez. Este contexto histórico y social tan complejo y violento sirve como telón de fondo para una trama que mezcla lo político con lo íntimo, explorando temas como el amor, la identidad de género, y la resistencia.

Sin embargo, esta novela tan icónica no llega a España hasta 2021, cuando la Editorial Las afueras la publicó. Leí la tercera edición, fechada en 2023. Una maravilla corta pero llena de vida y de crítica social.

Resumen de la trama de Tengo miedo torero.


La novela transcurre durante los años más duros de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, y relata la vida de La Loca del Frente, una travesti que se enamora de Carlos, un joven militante revolucionario que vive clandestinamente. Carlos aprovecha el cariño y la casa de La Loca para esconder material subversivo y realizar reuniones con otros compañeros del Frente. La Loca, enamoradiza y pasional, sueña con un amor romántico y absoluto, Carlos está inmerso en los preparativos de un golpe contra la dictadura, pero nunca le relata sus planes. Este contraste entre las aspiraciones íntimas y las realidades políticas crea un relato que mezcla la poesía del amor no correspondido con la brutalidad de la represión dictatorial.

El tema central de "Tengo miedo torero" es la lucha por la libertad, tanto en un sentido político como personal. Pedro Lemebel utiliza la relación entre La Loca y Carlos para explorar cómo el deseo de liberación se manifiesta en diferentes formas: la lucha armada contra una dictadura opresiva y la búsqueda de una identidad propia en una sociedad que margina a las minorías sexuales desfavorecidas en el último cuarto del siglo XX.

La novela también aborda temas como la soledad, el sacrificio por amor, la traición y la esperanza en un contexto de represión, poniendo en evidencia la complejidad de las relaciones humanas y las luchas internas y externas que cada individuo enfrenta.

El estilo de Pedro Lemebel en esta novela es profundamente lírico y transgresor. Utiliza un lenguaje poético cargado de metáforas, imágenes sensoriales y una ironía mordaz para transmitir las emociones de los personajes y la atmósfera de los años de dictadura en Chile.

El tono es a menudo melancólico y nostálgico, reflejando la tristeza de un amor no correspondido y la dura realidad de la represión política. Entre estas dos, a juicio de quien escribe esta crítica, predomina el amor no correspondido. Lemebel emplea un lenguaje que mezcla el español estándar con el habla popular chilena, lo que añade autenticidad y color local a la narrativa, pero que complica, en ocasiones, la lectura. Su estilo se caracteriza por una voz narrativa íntima y cercana, que se siente casi como una confesión.

La estructura de "Tengo miedo torero" es lineal, pero está intercalada con monólogos interiores de La Loca, monólogos que proporcionan una profunda introspección en su mundo emocional y que harán empatizar al lector desde las primeras páginas. Estos monólogos, escritos en primera persona, contrastan con la narración en tercera persona que describe los eventos desde un punto de vista más objetivo. Esta estructura permite al lector adentrarse en el estado mental de La Loca, al mismo tiempo que se ofrece una visión panorámica de los eventos externos, especialmente aquellos relacionados con la resistencia política y la vida clandestina de los guerrilleros.

Y es que la novela está narrada principalmente desde la perspectiva de La Loca, un personaje cuya voz narrativa es tan única como conmovedora. La elección de Pedro Lemebel de centrar la historia en un personaje marginado como La Loca permite una mirada fresca y alternativa a la historia política de Chile. La narración en tercera persona con acceso a los pensamientos y sentimientos más íntimos de La Loca crea una conexión emocional directa con el lector, y permite que la narrativa fluya entre lo humorístico y lo trágico, lo personal y lo político.

Los personajes de "Tengo miedo torero" son complejos y multidimensionales. La Loca del Frente es un personaje entrañable, cuyo carácter valiente, a ratos obsceno, pero, a su vez generoso, contrasta con su vulnerabilidad y su deseo desesperado de amor y aceptación. Lemebel introduce elementos de dureza y marginación desde la infancia del personaje, con los malos tratos y la homofobia del padre de la protagonista.

Carlos, por su parte, representa al idealismo revolucionario y la dureza del compromiso político preeminentes en las luchas contra las derechas dictatoriales en la américa latina de la segunda mitad del siglo XX.

A través de la interacción entre estos dos personajes, Lemebel explora la tensión entre la identidad personal y las ideologías políticas. Los personajes secundarios, como los compañeros de Carlos y las señoras de alta sociedad para quienes La Loca trabaja bordando, enriquecen la narrativa al representar los diferentes estratos sociales y sus perspectivas sobre la dictadura.

Pero no sólo es eso, La Loca del Frente se descubre a sí misma dando alegatos cargados de política y sentimentalismo, cargados de pasión. Esa nueva faceta le asustará y le dará fuerzas para sentirse más cerca de su amado. La Loca también terminará de romper los lazos contra su pasado, homófobo, maltratador y duro.

La aparición de Pinochet y su esposa, María Lucía Hiriart Rodríguez, añade una parte pintoresca del dictador. No es un blanqueamiento, sino que contrasta la peculiar manera de proceder del dictador con la de su mujer.

El contexto histórico es fundamental para la comprensión de "Tengo miedo torero". La novela está ambientada en Chile durante los años más duros de la dictadura de Pinochet, un período marcado por la represión, la censura y las violaciones a los derechos humanos. Lemebel no solo presenta una crítica a la dictadura, sino también a la indiferencia y complicidad de ciertas clases sociales, sobre todo las más beneficiadas, como podrá sonar a los lectores si comparan con otros países con dictaduras similares.

La novela refleja la brutalidad de la época, pero también la valentía y la resistencia de aquellos que lucharon contra el régimen ya sea a través de las armas o del simple acto de amar libremente. Pero no deja de estar exenta a la crítica a los guerrilleros, a quienes no acabaron de dar el paso por la democracia en Chile o a otros personajes célebres como el propio Neruda.

"Tengo miedo torero" es una novela que combina magistralmente la poesía del lenguaje con la crudeza de una realidad política opresiva. Pedro Lemebel logra crear una obra que es a la vez un retrato íntimo de la soledad y el deseo, y una crítica poderosa contra la dictadura chilena. A través de su estilo distintivo, repleto de metáforas ingeniosas y elegantes, y su enfoque en personajes marginados, Lemebel ofrece una perspectiva única y conmovedora de una época oscura de la historia de Chile. Hay mucho de Chile en esta novela

¡Tengo miedo torero,

tengo miedo que en la tarde

tu risa flote!

Esta novela es recomendable no solo para aquellos interesados en la historia política de América Latina, sino también para quienes buscan una narrativa que desafíe las normas sociales y celebre la diversidad y la resistencia humana. Por si todo esto fuera poco, es una novela divertida y entrañable.

Buenas noches y buena suerte.

 Perdí el salvoconducto y ahora espero al emisario… Encontrado el emisario, que sí llegó al cuartel de invierno, nos adentramos en la época de la luz y la esperanza. Y aunque esto pueda sonar tan críptico como metafórico uno no se puede adentrar en lo más profundo de sí mismo sin atravesar parcelas oscuras y tenebrosas. Lugares en los que los poderes extraños no sirven.

17º anivesario de Los Mundos


Si ahora necesitas explicaciones sobre lo que estás leyendo, tranquil@, no te preocupes por mí. Los viajes para el espectador ajeno siempre contienen una sensación de elipsis constante, por eso son viajes solo para quien viaja. Los trayectos ajenos sólo se pueden comprender si uno ha transitado previamente por ellos, si se ha luchado con esas bestias gigantes. No hay viaje sin haberlo viajado, por mucha foto de Instagram que hayas visto, es un avión en tierra.


La realidad siempre está compuesta por una parte de subjetividad que nos ata a nuestros territorios más intrínsecos, esos que poca gente llega a conocer. No son paisajes fácilmente accesibles, el frío suele recordar a esos paisajes de la estepa más cruda donde el héroe anónimo de Pasternak fraguó su personalidad.


Ahora estás viendo como floto, mira como vuelo,  y con velocidad de crucero hacia el punto en el que, por primera vez en tu vida, sabes que quieres ir, bueno, por primera vez sería muy hiperbólico (vaya suerte de pleonasmo es escribir muy delante de hiperbólico). Y aunque tú te resistas te enseñaré mis sueños más realistas, y probablemente lo haré en este sitio web, a mi ritmo, con mis tiempos, con la inspiración (tu luz en movimiento) sobrevenida abriéndose paso entre agendas imposibles y timeblockings espartanos.


Porque esto nació para ser auténtico, tan auténtico como personal. Nadie debe sorprenderse de abandonar los corsés, empujar los clichés y apropiarse de lo apestado por pudor, omisión o falta de motivación. No he perdido el don, mi mejor canción pronto la recordaréis. 


A la vida se le mira a la cara, ¿se le mira o se la mira? Pero también teniendo en cuenta la célebre cita de Elbert Hubbard: “No te tomes la vida tan en serio. Al fin y al cabo, no saldrás vivo de ella”. Se burlarán de lo más sagrado. Pobre de ellos, aún no lo saben, pero ya hemos ganado.

 

Aunque las derrotas parezcan eternas, suelen ser más temporales de lo que pensamos. Perseverancia suele ser la respuesta a muchas de las incógnitas que nos acechan, perseverancia y amor. Si he pescado bastante ya por hoy, mañana será otro día…


Volviendo al tema de antes, sólo pretendo ser yo, lo haré por una vez en la vida. Lo haré por una vez en la vida. Y como buen  amante de las causas perdidas, y esta podría serlo, aquí estamos, un año más, y trataremos de volver el año que viene, en esta misma fecha.


Gracias a todes por estar ahí. I turn my radio on for you, baby.


Feliz cumpleaños y larga vida a Los Mundos de Josete.





Buenas noches y buena suerte.


PD: Que haya suerte en evitar la muerte y en bailar tan fuerte que al final revientes.



 

Libros del Asteroide recuperó en abril de 2010 para el público del mercado español la novela finalista del Premio Pulitzer de 1991: “Jernigan”, cuya reseña aparece hoy por estos lares y que cosechó un éxito de crítica y de ventas bastante unánime. La reseña de Jernigan, el libro de David Gates, es todo un reto para quien la realiza. Va a ser difícil no caer en el cinismo y acidez de su protagonista: Peter Jernigan.

Reseña de Jernigan.

La historia de Jernigan es la historia de tantos otros antihéroes o protagonistas no canónicos americanos, el Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios  o el Jack de Dura la lluvia que cae. Padre de un adolescente, Danny, Peter es viudo y alcohólico, y el lector puede sucumbir ante la tentación de pensar que existe una relación causal entre los tres factores. Tiene poco más de 40 años, vive en un barrio residencial de New Jersey y trabaja en el sector inmobiliario en Nueva York.

Jernigan, libro de David Gates

Peter Jernigan es un hombre al borde del abismo emocional y existencial. Después de una tragedia personal que lo deja fracturado, Jernigan se embarca en un viaje interno tumultuoso marcado por sus relaciones disfuncionales, la batalla contra sus demonios internos y sus intentos desesperados por encontrar significado en un mundo aparentemente indiferente.

Todo parece que va a mejorar cuando es invitado a una barbacoa y comienza un romance con la estrafalaria madre de la novia de su hijo, Martha Peretsky. Pero no va a ser oro todo lo que reluce.

El fracaso de Jernigan no se fragua sobre su alcoholismo, como dijo el propio autor “sería simplista”. Su poco habitual manera de relacionarse con los demás y la reciente muerte de su mujer lo arrastran a una tortuosa decadencia. Parece que la muerte de Judith lo siga impregnando todo y su propio hijo no acaba de ubicarse en el mundo.

La trama, narrada con maestría por David Gates, se desenvuelve con una estructura no lineal que refleja la mente fragmentada de Jernigan. Los eventos se despliegan con un ritmo cuidadosamente medido, con altibajos que van desde el tedio acompasado al estado anímico de su protagonista hasta una euforia vertiginosa. Todo ello revela las capas de complejidad del protagonista a medida que se avanza en su lectura y teje una tela de araña para el lector de la que es difícil escapar. La historia se nutre de giros inesperados y revelaciones que mantienen al lector intrigado y comprometido, y hasta simpatizando y empatizando con la causa de este pobre desgraciado.

Y es que Gates presenta a Peter Jernigan como un personaje profundamente imperfecto y complejo, con sus luchas, arrepentimientos y destellos de humanidad que oscilan entre la lucidez y lo miserable. Los personajes secundarios también están hábilmente elaborados, cada uno aportando su propia dimensión a la historia y sirviendo como espejos que reflejan diferentes facetas del protagonista.

Como se acaba de mencionar, los secundarios son la palanca que emplea el autor para abordar temas muy duros, máxime teniendo en cuenta que la novela se publicó en 1991: abusos de padres a hijas, los sufridos por la novia de Danny, el suicidio en adolescentes (cabe insistir que el libro data del año 1991), los problemas derivados de la especulación inmobiliaria y las hipotecas (¿fue Gates un profeta de la crisis de las subprimes?) o el poder de determinados lobbies en los Estados Unidos de América, como el de las armas o las drogas. Sin dejar de lado la compleja relación padres – hijos cuando se llega a la adolescencia.

Pero, sin duda, y volviendo a Jernigan, el fuerte de esta novela es su protagonista. Peter, poco se le llama por su nombre de pila en el libro, es el activo que sostiene la novela durante sus 364 páginas. Y lo hace narrando en primera persona toda la historia, con una voz que razona, que piensa, pero que no se autocensura, que se expone contando las barbaridades de un egocéntrico enfermo de alcoholismo. Un alcohol que lo inunda todo pero que no es más que una salida a todos sus males.

“Liquidé el culo de ginebra que quedaba en la botella de litro -la noche debió de ser tremenda- y abrí otra. Las de dos litros son más económicas, ya lo sé, pero eso era muy de alcohólico. (También era muy de alcohólico preocuparse por si las cosas eran muy de alcohólico). Así que seguía comprando botellas de litro, pero de dos en dos, para no tener que volver tan a menudo.”

En toda la historia hay drogas, personajes entrañables y amigos o familiares del propio Jernigan que evolucionan, todo el mundo parece avanzar excepto Peter. El Tío Fred, la historia de por qué se le conocía así, sus andanzas de joven y el extraño viaje de Jernigan a Nueva York con la resaca adquirida en el mismo.

La relación del propio Jernigan con su padre, pintor algo estrafalario, del que Jernigan reniega y se enternece a partes iguales. “Y es probable que, desde el mundo de los espíritus, mi padre estuviera mirándome con regocijado desprecio”.

Pero no sólo se reniega de la familia, también reniega de sus orígenes irlandeses, algo poco común entre los norteamericanos. El viaje de Jernigan de la Gran Manzana a Nueva Jersey es el de tantos otros que no pudieron cumplir el sueño americano. La vida de nuestro antihéroe es, al fin y a la postre, la de tantos otros fracasos.

Capítulo a parta merece Martha Petersky, la novia de Jernigan, un personaje que es tan frívolo como descuidado. Una mujer que hará parecer a Jernigan el bueno de la pareja por momentos.

La prosa de David Gates es afilada y directa, con un toque de ironía que subraya las situaciones más sombrías del ser humano. Su estilo literario es descarnado, sin abundar en adornos y con una autenticidad a la narrativa que hace que 33 años después no sea un libro obsoleto. La elección del lenguaje es rica en matices, capturando la esencia del dolor, la pérdida y la búsqueda de redención.

"Jernigan" explora temas tan universales como la pérdida, el arrepentimiento, la soledad y la búsqueda de significado en un mundo caótico. La novela invita a los lectores a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia humana y la capacidad de reinventarse a pesar de las adversidades. Es un drama descarnado de esos que le gusta a quien escribe esta reseña.

Estamos ante una obra literaria impactante y conmovedora que desafía las convenciones narrativas y al propio sueño americano y que se sumerge en universos cercanos a lo infrahumano. David Gates logra crear un personaje que, a pesar de sus imperfecciones, se convierte en un reflejo vívido de la condición humana. Esta novela es notable y cautiva al lector con su profundidad emocional y su perspicaz exploración de la psique humana. Sobra decir que recomiendo fervientemente este libro.

Ficha técnica de Jernigan:

·       ISBN: 978-84-92663-17-0

·       Publicación: Abril, 2010 (1ª ed.)

·       Número páginas: 364

·       Idioma: Castellano

·       Idioma original: Inglés.

·       Editorial: Libros del Asteroide.

Sobre el autor, David Gates.

David Gates, nacido en 1947 en Clinton, Connecticut, experimentó diversos trabajos después de enfrentar desafíos durante su paso por la universidad, desempeñándose en roles que incluyeron profesor, músico, taxista y recepcionista, mientras buscaba equilibrar su carrera artística.

En 1979, inició su trayectoria en Newsweek, donde eventualmente ascendió a redactor jefe, contribuyendo hasta 2008 con enfoque en temas literarios y musicales. Ha destacado como autor de cuentos, artículos y reportajes en reconocidas revistas estadounidenses, además de desempeñarse como profesor en varias universidades.

Su obra literaria abarca dos novelas notables, "Jernigan" (1991), finalista del Premio Pulitzer, y "Preston Falls" (1998), finalista del National Book Critics’ Circle Award; así como la colección de relatos "The Wonders of the Invisible World" (1999), también finalista del National Book Critics’ Circle Award.

Buenas noches y buena suerte.

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