Hoy es 19 de
febrero. Cada año me presento en estas líneas para hacer un repaso de lo que
han sido estos 16 años de blog en Blogger. Esta es una entrada difícil a la par
que ecléctica, tenéis toda la serie
en este enlace. Aunque ya sabéis que antes estuvimos en aquel Windows Live
que desapareció, como tantas otras grandes ideas de las multinacionales
de Silicon Valley.
El periodo que comprende desde
febrero de 2022 hasta hoy ha sido el más anómalo de cuantos han sucedido en estos
16 años.
El año pasado firmé un
contrato que incumplí. Me presento ante
vosotros, cual alumno que no ha hecho sus tareas.
Si me estuviera examinando trataría
de maquillar mi falta de puntualidad y compromiso para con los lectores,
vosotros, con unas estadísticas muy buenas. Y es que 2022 es el año con más
visitas de la serie histórica, que abarca desde 2007. Sin ser cifras
espectaculares para lo que se mueve en internet.
Pero también tendría muchos ítems en
el haber: la migración prometida que no sucedió, la frecuencia no llegó, las
nuevas secciones que se quedaron en proyectos o los cambios iniciados en redes
que se vieron truncados.
Es cierto que los textos mejoraron,
los pocos que llegaron posicionan bien, tenemos impacto y difusión entre los
propios autores cuando de reseñas literarias se trata. Pero poco más.
En marzo de 2008 escribí una crítica
de andar por casa sobre Murieron
con las botas puestas. Es una película muy icónica, por su banda
sonora, por Errol Flynn y Olivia de Havilland, por su melodía que tiñe de
marcha militar jovial toda la banda sonora, y por ser una de las tantas
dirigidas por Raoul Walsh
y B. Reeves Eason. La creación de un mito alrededor
del general Custer, que pasó de irreverente y último de los graduados en West Point
a héroe en las Guerras Sioux centran el devenir del metraje.
Creo que no hago spoiler cuando cuento
que al final, en la batalla de Little Bighorn, a Custer y a medio regimiento
les dan matarile. Mucha música, mucho mito, pero los indios se merendaron a
los vaqueros.
Eso sí, quedó un mito para la
historia (el objetivo del cineasta se cumplió). Ríos de tinta se han escrito
sobre aquella épica batalla, sobre los errores de sus compañeros o sobre la
desproporción en el equilibrio de fuerzas entre indios y yankis.
He de confesar que es una opción
que he valorado en determinados momentos de los últimos meses, y muy en serio,
por cierto.
Pero hoy no será el Little Bighorn
de Los Mundos de Josete ni
yo seré el general Custer, aunque a alguno le gustase el símil hace unas líneas.
No lo será cuando quien escribe está en el camino. No lo será porque aquí, y me
da igual la
humillante o histórica derrota que escojáis, dará igual que sea Little
Bighorn, Waterloo, Las Ardenas o Vietnam, no nos entregamos. Todavía no he
visto ni a Caballo Loco ni
a Toro
Sentado.
Aquí, como decíamos cuando
éramos niños, es casa.
Buenas noches y buena suerte.
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