Puede que sea una de las novelas más icónicas de cuantas escribieron los prolíficos autores de la Generación perdida. “Suave es la noche” de Francis Scott Fitzgerald es considerada por crítica y pueblo llano como una de las mejores, si no la mejor, obra del escritor norteamericano.
La pelea con “El gran Gatsby” ha servido para que críticos y lectores mantengan, desde hace casi 100 años, un enconado debate en el que servidor no se atreve a meterse.
Scott Fitzgerald fue un ser atormentado que trasladó sus angustias personales a una obra que le costó 8 años de escribir y que se forjó en medio de momentos difíciles para el autor.
Suave es la noche cuenta con 550 páginas que se publicaron en 1934 originalmente. Hay una curiosa intrahistoria, ya que se manoseó por la editorial como si de El padrino se tratase, al alterar el orden original de la historia con fines comerciales. Años después se volvió a respetar la voluntad del autor, que digo yo que por algo lo haría.
Y es que Suave es la noche está llena de saltos en el tiempo, de flashbacks que acaban cuadrando perfectamente en la tormenta interior de su protagonista.
Leí esta novela, lanzada en el año 1934, en formato electrónico, en mi ya viejo Kindle. Edición en formato digital de Penguin Random House Grupo Editorial. Alfaguara lo edita en papel. 472 páginas distribuidas en 3 libros, que es como el autor quiso originariamente que se presentase la obra.
Sinopsis del libro. El resumen que estabas esperando de “Suave es la noche”.
Voy a tratar de hacer un resumen de Suave es la noche sin incurrir en el spoiler. Me causa gran respeto hacerlo, pero también me parecería injusto no escribir al respecto.
Los Divers son unos ricachones que veranean en la costa azul durante los años 20. Comparten momentos de asueto en un hotel junto con su camarilla con la que se juntan verano tras verano rodeados de lujo y opulencia viajando por Francia y viviendo días plácidos en playas relajadas.
Entre toda esta gente tan “divina” Dick y su esposa Nicole son la envidia de todos. Pareja ideal, guapos, atléticos. Todos quieren estar con ellos.
Hasta una jovencita promesa del cine y su madre que llegan por primera vez al idílico entorno quieren interactuar con ellos. En esta primera parte de “Suave es la noche” los protagonistas viven en una especie de Dolce vita constante
Voy a detener aquí la sinopsis por respeto a cuantos no han leído Suave es la noche. En la segunda parte de la novela la cosa empieza a torcerse. Y en la tercera la angustia es vital. Las contradicciones y las reflexiones de sus protagonistas se volverán contra ellos mismos.
Personajes, o armas de destrucción masiva.
“Las mejores relaciones se establecen cuando uno quiere que perduren a pesar de conocer los obstáculos.”
Rosemary, la tentadora juventud.
Rosemary llega a la playa y observa, ella no quiere ser una vulgar veraneante. Es una joven promesa del cine. Su obsesión se convertirá en Dick. Está acostumbrada a triunfar entre jovenzuelos universitarios de Oxford, pero le abrumará la personalidad de Mr. Rivers, llega a un hotel con su madre y encuentra a un hombre perfecto.
Sirva como ejemplo de la majestuosa prosa y nivel de detalle de Scott Fitzgerald la descripción que de Dick se hace: “la piel rubicunda y curtida por el sol, del mismo tono que el pelo, que llevaba corto, y el vello que le cubría ligeramente los brazos y el dorso de las manos. Los ojos eran de un azul brillante y metálico...”.
Tanto la prosa de Scott Fitzgerald como su capacidad descriptiva son portentosas. Puede llegar a ser, para un lector que lee una obra casi centenaria, hasta demasiado pormenorizado. Pero, la verdad, fascina y es capaz de trasladar al pasaje al lector. De transportarle a la costa francesa o de hacerle entender los sentimientos de personajes que aparentan parecerse pero que tienen objetivos vitales bien distintos.
Abrams, Tommy y toda la camarilla crean un círculo perfecto, pero vicioso. Apariencias, envidias, veneración de los Diver como institución, como pareja, abundan en la primera parte de Suave es la noche.
Toda la impostura, toda la apariencia, todo el glamour no son más que un modus vivendi. En todo este entorno, Rosemary y su madre, por muy joven actriz con una carrera prometedora, no dejan de ser de clase media. El resto de mujeres del grupo no dejan de estar encantadas de ser mujeres cortesanas, al servicio de sus parejas. Nada nuevo en el siglo XX.
Francis Scott Fitzgerald logra detener el tiempo, algo complejo. A través de Rosemary es capaz de generar en Dick dudas y de despertar su angustia más vital. El lector puede disfrutar o agonizar con un avance a cámara súper lenta de los hechos.
Abe, o la desgracia.
Los North son otro de los matrimonios de la camarilla de Dick y Nicole. Mary y Abe, Mary descendiente de presidente, Abe músico. Ambos dependientes, ambos autodestructivos. Tormenta en estado puro, desgracia en ciernes.
Todos somos Dick Divers.
Todos, absolutamente cualquier ser humano, puede ser Dick Divers. Algunos nacen con estrella, otros estrellados. Pero en toda vida humana hay un compendio de montañas rusas que acaban por definir su existencia.
Cualquiera puede conocer y comenzar una vida de plenitud y felicidad con una dama adinerada que le permita vivir holgadamente la vida de sus sueños. Las frivolidades, los lujos, las mañanas ociosas contrastan con el dolor de la recién terminada I Guerra Mundial. Tras la contienda los locos años 20, la Gran depresión posterior. Los tiempos que, siguiendo un probable paralelismo con lo que será el final de la pandemia que nos asola, se volvieron, se volverán, en una orgía de interminables jornadas. Esto me aventuro a vaticinarlo yo, tampoco soy el único que lo pronostica.
Lo cierto es que Scott Fitzgerald construye una obra ácida hacia las clases altas de su época. El amor, la aventura y el miedo, la desgracia tras la cobardía. Todo se da en Dick Divers, héroe y villano, capaz de despertar envidia y compasión.
La destrucción de Dick es total, la locura, la soledad. Todos somos Dick Divers, y si aún no lo hemos sido lo seremos en un futuro, más o menos lejano. Porque los tiempos felices no son eternos.
Supongo que si alguien tuviera, o tuviese, una cuñada como la de Dick sería capaz de enloquecer. Pero no es todo culpa de ella, en Divers se concentran muchos elementos comunes a la literatura de siempre, el elogio a la belleza, el anhelo del tiempo pasado, el amor, la grandilocuencia y la miseria.
Tanto en Nicole como en Dick hay un declive que trasladó el propio autor como reflejo autobiográfico. En sus ansias de aventuras, de hacer daño, de autodestrucción se comprenden los 8 años que le costó a Scott Fitzgerald acabar Suave es la noche.
Detrás de esa vida perfecta, el mundo de ambos personajes se derrumba. El lector podrá enfrentarse a los dilemas morales y éticos a los que se enfrentan los Divers. Romper con la ética profesional, destruir lo más sagrado. No quiero anticipar mucho más, pero tras la vida perfecta, el ideal americano, es una farsa. Todo ello acabará por quebrantar la fina línea que separa la lucidez de la locura.
Opinión personal.
Para cerrar esta reseña de Suave es la noche daré mi humilde opinión, siempre desde el respeto hacia una obra de este cariz.
Con la perspectiva que da el tiempo, leí esta novela hace ya algunos meses, no puedo más que recomendar su lectura. En su momento me llamaron poderosamente la atención el estilo de Scott Fitzgerald, su alto nivel de detalle puede convertir la lectura, a determinadas horas de la noche, en algo complejo.
Pero me encantó su manera de decir las cosas, expresar su propio sufrimiento, su amor con su mujer. Envidio a los novelistas porque pueden transmitir a través de sus personajes sus opiniones, sin que sean más que opiniones de sus personajes, por ejemplo: “Dick había empezado a notar en los ingleses algo que le repelía. Inglaterra era como un hombre rico que después de una orgía desastrosa trataba de ganarse a los miembros de su familia hablando con cada uno de ellos por separado, cuando a todos les resulta evidente que lo único que quiere es recuperar su dignidad para poder arrogarse su poder anterior”.
No sólo son los ingleses los que reciben su moralina, romanos, franceses y americanos también encuentran en esta obra algún recado que otro: “A mí me gusta Francia, donde todo el mundo se cree que es Napoleón. Aquí todo el mundo se cree que es Jesucristo”, en referencia a Roma.
Estamos ante una obra universal, que debe ser leída, entendida y meditada desde el prisma de su tiempo. Pese a ello, los temas que en Suave es la noche se tratan son eternos.
“Piensa en cuánto me quieres- había susurrado. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase, siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche.”
Si os gustan los clásicos, y debieran gustaros, Suave es la noche es una buena manera de introducirse en la Generación Perdida, de la que también formaron parte Faulkner, Hemingway y John Dos Pasos. Doy por sentado que os atrapará el encanto y la miseria de Dick Divers.
Valoración: 8.3.
Buenas noches y buena suerte.
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