En el año 2015 leí y reseñé “Los cipreses creen en Dios”, el primero de los libros que conforman la trilogía de José María Gironella sobre la Guerra Civil española, los años previos y la posguerra. Cerré aquella crítica hablando de que en un futuro no excesivamente lejano leería la segunda parte, la que va estrictamente desde el alzamiento de las tropas nacionales hasta el final de la contienda bélica, en abril del año 1939. Han pasado 5 años, cómo pasa el tiempo, y me atreví a arrancar la que, sin duda, iba a ser la novela más ardua de leer de las tres por comprender la guerra. Se trata de “Un millón de muertos”, se publicó en 1961, 8 años desde que se lanzase la primera parte, que recordamos, le valió al autor el Premio Nacional de Literatura. Lo leí en formato Kindle, tiene unas 800 páginas y en España lo publicó la editorial Planeta.
Sinopsis de “Un millón de muertos”.
Cabe advertir que si no se ha leído Los cipreses creen en Dios es posible que el lector se encuentre algo perdido. Partiendo desde esta premisa, lógica por otra parte, cabe señalar que también se puede leer la novela sin haber leído la primera parte de la trilogía.
En este volumen, José María Gironella no centra tanto el devenir de los hechos en la familia Alvear, aunque Matías y su esposa Carmen Elgazu, junto con sus hijos Ignacio y Pilar centrarán gran parte de la acción. Tanto Ignacio como Pilar se verán envueltos de un modo directo e indirecto en la contienda, y tras comenzar la Guerra con inquietud y sufrimiento por las pérdidas de la época prebélica, irán dirigiendo sus pasos hacia su participación en la guerra en el bando nacional.
En la primera parte del libro se relata la formación y avance de las columnas de milicianos que parten hacia el frente, el papel de Gorki, la columna Durruti, la batalla de Teruel, cómo se vivía en el frente, cómo la ilusión y el descontrol generalizado eran las notas dominantes en los primeros compases de la Guerra.
Otro de los Alvear, José, el primo de Ignacio, tomará partido desde el otro bando, tanto en el frente en repetidas ocasiones como haciendo política como anarquista famoso y significado capitán de Milicias. José tendrá un papel fundamental y es protagonista, junto con el propio Ignacio, de uno de los momentos álgidos del libro, y de la contienda, ambos interpretan y plantean el dilema de cómo una familia sigue siendo familia a pesar de estar separados por bandos. Porque Ignacio, tras dudar, tras tener lejos a Marta Martínez de Soria, su novia, hija del comandante Martínez de Soria, asesinado en 1935, con un papel importante en la Sección Femenina, decide pasarse al bando nacional, y en este proceso topará con su primo, quien verá enfrentadas sus ideas políticas con sus vivencias y el amor familiar.
Dos de las ciudades, junto Girona, a las que se refiere continuamente Gironella en “Un millón de muertos” son Barcelona, donde Axelrod, Goriev y compañía imponen el dolor y la represión en las Chekas. Es aquí donde destinan a Julio García, que tomará un papel algo despótico tratando de abastecer de armamento a la República con viajes ostentosos al extranjero. Sin embargo, Julio muestra una humanidad que le puede costar la vida ya que es quien ayudará a Marta y a su madre a tomar un barco y huir a la zona nacional tras estar escondida en casa del entrañable Ezequiel junto con uno de los sacerdotes gerundenses.
En Madrid también se desarrollan gran parte de los hechos, el trabajo de Ignacio en un hospital, las andanzas de José Alvear, el sufrimiento de Polo Norte y otros brigadistas internacionales, serán algunos de los personajes de los que se vale Gironella para narrar el drama que se vivió en la capital.
Otro de los destinos mencionados en la novela será Pamplona, también San Sebastián, allí se trasladan algunos de los personajes que continúan sus andanzas en este segundo volumen. Anselmo Ichaso tendrá, junto con “La Voz de Alerta”, un papel destacado en el norte del país. El primero como destacado Carlista Tradicionalista y el segundo como Jefe del SIFNE, organizando toda una red de espionaje al servicio del bando nacional.
Gironella traslada a “Un millón de muertos” a todas las facciones de uno y otro bando. Siguen teniendo su papel, como no puede ser de otra manera Liga Catalana, Izquierda Republicana, los Socialistas, los Troskistas, el movimiento anarquista, la CEDA, los comunistas, los masones, los monárquicos, la Iglesia, Falange, las brigadas internacionales, militares alemanes e italianos apoyando al bando nacional, los milicianos y el ejército, como actores necesarios en una guerra.
Una obra para conocer los hechos.
Pudiera decirse que aunque su título fuera una hipérbole, porque no se produjo tal cifra de fallecidos, “Un millón de muertos” es un buen libro para conocer, de manera novelada y generalista, los hechos acaecidos. Teniendo presente, claro está, el hecho primigenio: se trata de una novela de ficción.
Gironella fue valiente, no debió ser fácil escribir una novela en los tiempos en los que los escribió, tratando de una manera bastante ecuánime los excesos de ambos bandos, tanto en el frente como en la retaguardia. Con un mensaje claro en determinados compases del libro: la guerra pudo haber durado menos, pero Franco (y este mensaje también se traslada en “Mientras dure la guerra”, la película de Alejandro Amenábar) quiso que fuese más larga.
Otro de los recados que le deja a Franco fue el recrearse en novelar su “habilidad” para aglutinar a Falangistas y Carlistas tras el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera y las constantes tensiones dentro del bando nacional. El Decreto de Unificación fue determinante a la hora de lograr unir en un partido único a las dos corrientes en abril de 1937, este hecho queda relatado ficticiamente en “Un millón de muertos”, pero la estrategia de Franco, o más bien de Serrano Suñer, es presentada como una jugada astuta pero no muy leal, sobretodo con el falangismo y los principios que promulgó José Antonio.
Sin embargo, fue el propio general Franco comentó sobre la obra de Gironella "Esto sí fue la guerra". El autor, en la entrevista citada a el diario El Mundo, mencionaba que su obra “no es objetiva, pero sí imparcial”. Y es cierto, evidentemente no puede ser objetiva porque es muy difícil, pero Gironella logra poner sobre el tablero de la Guerra Civil española a todos los actores, hasta la prensa internacional tiene su papel a través de periodistas que viajan a lo largo de la península.
El autor no sólo tiene “recaditos” para quien posteriormente se convirtiera en dictador, sino que también ofrece pistas literarias del fracaso del ejército republicano, si es que se le pudo llamar ejército: su desorden, la falta de un mando y las distintas facciones dentro de la idea de la República.
En 800 páginas se condensan 3 años de Guerra Civil. Partiendo de la admiración que despierta en quien escribe estas líneas, puede que al lector le deje algo disperso el ir y venir del autor de un punto a otro de la geografía, como me sucedió. Evidentemente muchos de estos acontecimientos no se pueden entender sin los otros, pero no deja de ser un arma de doble filo.
Ignacio Alvear como paradigma, otra vez, de las contradicciones.
La figura de Ignacio vuelve a ser el epicentro de las dudas razonables de una persona “moderada”. Si ya en “Los cipreses creen en Dios” se plantean las dudas tanto en Matías padre como en Ignacio hijo, el devenir de los acontecimientos al final del primero de los libros de la trilogía, junto con los hechos posteriores al 18 de julio del 36 y la influencia de la esposa y madre, acaban por propiciar que Ignacio tome partido.
Pese a ello, en Ignacio, y en menor medida en esta obra, en Matías, aparecen dudas, pensamientos y reflexiones que no están presentes en la mayoría de la población. Ignacio queda conmocionado tras la visita a su prima, duda cuando conversa con José Alvear. La grandeza de la obra de Gironella es representar las disquisiciones internas de unos personajes que viven una situación de guerra, de muerte, de hambre.
En Ignacio se representa al ciudadano cabal, capaz de ver cosas buenas y malas en distintas posiciones ideológicas, capaz de ver personas por encima de las ideas, capaz de temer, amar o sentir a pesar de todo.
Un libro imprescindible para entender la guerra.
Si el lector quiere conocer más sobre la guerra civil española “Un millón de muertos” es un libro que de una manera novelada, sin excesivas imprecisiones históricas pero con la precisión característica del género novelístico.
Novelar una guerra contemplando la cantidad de personajes, porque es inmenso el número de personas ficticias que aparecen, tiene mucho mérito. Además, se les da voz, se les dota de sentimientos y se les presenta en un contexto bien hilado.
Estar en Burgos, Barcelona, Madrid, Teruel, Pamplona o Zaragoza en aquellos meses a través de un libro es un logro de Gironella. Condensar tantos puntos de vista en menos de mil páginas es otra de sus virtudes.
Opinión personal.
Aunque “Los cipreses creen en Dios” me atrapó y me fascinó, “Un millón de muertos” es también un libro fabuloso. Un relato de lo que nunca más debiera existir, una obra para dar a conocer las miserias y lo más sucio de la sociedad española en su historia reciente.
La capacidad de José María Gironella para condensar 3 años de guerra en uno y otro bando es digna de elogio, y su habilidad para presentar los hechos desdeñables de los bandos confrontando con la humanidad de sus personajes, porque ante todo eran personas, es un trabajo concienzudo y meticuloso. Si gustó la primera parte animo a que, con un espacio de tiempo, se lea “Un millón de muertos”. Si alguien quiere conocer, de una manera general, y con bastante equidistancia aquellos años turbulentos, debe leer este libro. Valoración: 8.
Buenas noches y buena suerte.
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