Siempre es un honor contar con amigos dispuestos a colaborar. Amigos, familia, qué más da. Hoy el tío Pedro nos trae la crónica del fin de gira de Vetusta Morla en el Barclays Card Centre de Madrid el pasado sábado 21 de noviembre de 2015. Como no es mi intención fastidiarle el relato con presentaciones, no me alargo mucho. Le agradezco enormemente que nos haya traído a Los Mundos esta humilde pero magnífica crónica del fin de La Deriva, de la que nosotros os dimos cuenta en mayo cuando los vimos en Valencia. Pedro, un millón de gracias por esta colaboración (te debo unas cañas).
Esta fue la pregunta que la mayoría de los asistentes se hacían a la salida del concierto con el que Vetusta Morla cerraba gira, en mi caso acompañada de otro buen puñado de incógnitas que me hacían pensar sobre el futuro de una de las mejores bandas que ha conocido España en las últimas décadas, aquí va mi humilde crónica de lo vivido, espero os guste.
Los días raros que nos tocan vivir hicieron que Pucho y su banda comenzaran con más de treinta minutos de retraso sobre el horario previsto, las largas colas de acceso debido a los controles de seguridad tenían la culpa, pero no pasa nada, si hemos esperado años para tenerles treinta minutos no es motivo para rasgarse las vestiduras, un par de cervezas para hacer tiempo y todo solucionado.
En las gradas de un abarrotado Palacio de los deportes (así continuamos llamándolo los nostálgicos que nos negamos a vender nuestros recuerdos a golpe de tarjeta bancaria) se juntaban jóvenes hipsters con aquellos que rebobinábamos cassettes con bolis bic, una prueba más que demuestra que estos chicos han sabido dar con la tecla.
Sobre el escenario una austera puesta en escena, los clásicos focos, una pantalla y un telón blanco a estas alturas aún recogido, poco más, son de esos montajes que no esconden efectos espectaculares que salvo excepciones solo sirven para maquillar alguna que otra carencia musical, así que todo preparado, apagamos luces……3,.2,1, comenzamos.
La banda ocupaba sus lugares mientras en la pantalla gigante se podían leer las ciudades en las cuales habían actuado durante la gira, comenzaban a sonar los primeros acordes de “La Deriva” y quedaban nuevamente al descubierto las carencias de un recinto el cual no está diseñado para la música, así que toca correr a encontrar otra ubicación donde el sonido sea más agradecido, un sálvese quién pueda en toda regla.
Sonó “Golpe Maestro” en tercer lugar, con el personal ya entregado, un breve pero enérgico “Buenas noches Madrid” hizo que el respetable le recordase a la banda que jugaban en casa y eso en muchas ocasiones es un plus, les tocaba lidiar con su tercer lleno en el Palacio de los Deportes, a estas alturas más que un reto es una responsabilidad.
Pucho se mostró como es, tímido y visceral, incómodo todavía en escenarios de semejante tamaño, pero con una voz que es el ingrediente perfecto, sonó “Lo que te hace Grande” y “El hombre del Saco” perfectos en ejecución.
Una de las frases de la noche no estaba insertada en ninguna de las canciones, esa no fue otra que esta: “Gracias por la valentía de venir esta noche a celebrar la música, el ocio y la humanidad. Es mejor que ser una mosca en la pared. Mucho mejor venir a celebrar la vida”, sin duda un guiño a los recientes atentados de París, no tardó en sonar “Tour de Francia” mientras los focos dibujaban la tricolor en el escenario, todo un detalle.
La noche transcurría bajo el guión señalado, pocos cambios respecto a otros set-list de la gira, pero claro, cuando se va más cargado de talento que de carbón los reyes magos de visita por Alaurín de la Torre surgen maravillas como “Copenhague”, versionada, con David “el indio” en primera línea con un bombo como única arma, el resto de la banda acompaña y Pucho recita cual poeta, mágico, sin duda uno de los momentos de la noche.
Se acercaban los himnos, cada uno tiene el suyo, pero sin duda pocos han sabido sacar partido a un la-la-la-la tanto como Vetusta Morla, Massiel se tiene que estar tirando de los pelos, “Saharabbey Road” convierte el recinto en un Karaoke gigante con instrumentos de viento incluido, momento perfecto para comenzar con los bises.
La noche no estuvo libre de momentos desconcertantes, mientras el grupo disfrutaba de un merecido descanso, sobre el escenario se paseaba un marciano salido de una noche de lujuria entre un Minions y el toro de Osborne, lo que provocó risas y silbidos a partes iguales entre el público asistente, pero fue una mera anécdota, sonaban los primeros acordes de “Valiente” seguida por “La cuadradura del Círculo”, el pabellón se viene abajo justo ahora que esto va tocando a su fin.
Llegó el abrazo de despedida, pocos grupos tienen una canción que parece ser creada para cerrar los conciertos, gestada para esbozar un ¡¡como me dejas así!!, salvando las distancias un Never Let Me Down Again de Depeche o un Walk On de U2 en toda regla, Vetusta Morla tiene la suya y esa no es otra que “Los días raros” con un in-crescendo de los que hace apretar los puños y con frases como “Quién me iba a decir que sin carbón no hay reyes magos” que expresa a la perfección el aliño agridulce con el que en algunas ocasiones se le da sabor a esta ensalada llamada VIDA.
Colorín colorado esto se ha acabado, dos horas y cuarto de concierto y toca volver a la cruda realidad, esa que te pone misiones imposibles como buscar un taxi a la una de la madrugada un sábado de clásico en Madrid, mejor me voy tatareando la-la-la-la hasta Cibeles y pillo el Buho.
En resumidas cuentas Vetusta Morla tiene en sus manos ser todo lo grandes que ellos quieran, más allá de modas, desde un inicio juegan con fuego y ellos lo saben, asomaron como otros tantos en lo que se hizo llamar movimiento indie o como coño quieran llamarlo, muchos fueron los llamados….y Vetusta los elegidos, talento tienen a raudales, esperemos no se quemen.
Buenas noches y buena suerte.
Os dejamos el enlace a lo que pudo ser el concierto del pasado sábado, el disco que sacaron de su concierto en Madrid en el mismo escenario el pasado mes de mayo.