Hace años que cuando llega el verano uno tiene la sensación de que casi nadie lee los blogs. Hay que advertir, que los smartphones y sobretodo las tabletas han cambiado la tendencia, los últimos veranos todo el mundo sale conectado de vacaciones, se realizan búsquedas sobre viajes, restaurantes, libros, etc. os sorprendería ver las estadísticas del blog.
Además, si bien hay ganas de descansar, mil cosas que hacer (en mi caso terminar un máster) o vete tú a saber qué historias, los lectores de feeds están vacíos de contenido: no hay lecturas para el verano. La gente a la que sigo habitualmente está descansando, twitter parece un solar, y si bien hay motivados, como yo, que seguimos escribiendo, aunque con menor frecuencia, el tráfico en la blogosfera anda algo parado durante el verano.
No deja de sorprenderme lo incongruente del tema, cuando más tiempo tienen nuestros lectores, cuando la revolución digital acerca cualquier noticia al rincón más inhóspito al que te puedes ir de viaje, es cuando más abandonamos la escritura y el blog. Voy a comprar el argumento de que el autor tiene derecho a descansar, incluso el argumento vocacional es válido, nadie (muy pocos) gana dinero con esto de las bitácoras, y si descansamos de nuestro trabajo habitual, ¿por qué no hacerlo de nuestras aficiones?
En mi caso prefiero seguir escribiendo, aunque sea con una menor frecuencia, a “cerrar por vacaciones”, incluso me plantearía escribir entradas atemporales durante el resto del año (cine, libros, etc.) antes que abandonar el blog a su suerte durante uno o dos meses. No sé qué pensáis los blogueros y los lectores, pero he creído conveniente lanzar esta entrada porque en verano parece que el blog haya nacido para estar solo.
PD: Secreto, este es uno de mis temas favoritos.
Buenas noches y buena suerte.
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