Había ganas de leer este clásico de la literatura universal, lo terminé hace días, pero cada vez soy más aficionado a dejar enfriar los sentimientos que despierta en mí un libro o una película. Además de clásico de la literatura, 1984 es un libro cargado de filosofía y politología. Hoy os traemos 1984 del gran George Orwell. Una obra que no leí en el instituto, como muchos de vosotros, ya que me tocó Rebelión en la granja, desconozco los motivos que llevaron al profesor pero ambas obras me parecen imprescindibles.
En 1984, en un mundo futuro, desde el tiempo en el que se escribió la novela, que fue en el año 1949, Oceanía, Estasia y Eurasia son las únicas tres naciones del planeta tierra. Winston, vive en Londres, en el superestado de Oceanía, que comprende los países sajones, el resto de América y parte del sur de África. Oceanía está siempre el guerra con uno de los otros países, pero cuál y durante cuánto tiempo, es algo desconocido. La verdad ya no existe y a eso es a lo que se dedica Winston, a corregir las noticias, tanto las presentes como las pasadas, para que coincidan con la verdad actual. Hay cámaras por todas partes y el Gran Hermano está siempre vigilante. Si haces algo que no debieras, o no haces algo que deberías, una voz te llamará la atención y puedes acabar en prisión, para ser reeducado. Winston comenzará a sufrir, se enamorará de Julia, los llevarán al Ministerio del Amor donde serán reeducados. Orwell nos muestra el poder de la mente. A través del doblepensar, podemos pensar una cosa pero realmente querer la contraria. Pero del mismo modo, nos pueden inducir memorias falsas que nunca hemos tenido.
El retrato del control que los Estados tienen sobre los civiles, la influencia de la prensa y la televisión, los gustos musicales y artísticos dirigidos, las opiniones que nos hacen aceptar, son las bases de la filosofía que entraña la novela de Orwell. Las élites que controlan el poder y la información pueden acabar por moldear a la sociedad a su antojo. Es curioso, porque vuelve a dar en el clavo, 4 años después de que finalice la II Guerra Mundial, vuelve a lograr la sátira a los regímenes totalitaristas como hizo en Rebelión en la Granja.
La parte que atañe al individuo tampoco está exenta de controversia: Winston vive en una constante ansia por rebelarse frente al poder establecido, aún a sabiendas de que ello puede costarle la vida. Se empeña en ver donde no hay, quiere creer que existen conspiraciones donde puede no haberlas. El poder de la mente es desnudado por Orwell, en el aparato del estado y en los propios personajes (los que hayáis leído la novela lo entenderéis perfectamente). En cambio Orwell enfrenta a las élites del partido y con el proletariado: ajeno a todo poder establecido, denostado y apartado de la vida cultural y política, resultando ser el individuo más puro y más sano el procedente de esta clase social, ya que mantiene su personalidad, maleable pero apartado de la vorágine totalitarista. El autor confronta dos maneras de vivir en un régimen totalitario: con una sumisión consciente dentro del aparato, pudiera ser el caso de Winston, o comulgando de un modo más pasivo con el régimen “porque no hay nada más”, este pudiera ser el caso de los proles.
Es una obra que si no os hicieron leer durante vuestra etapa en el instituto deberíais leer. En esta época de tanta corrupción, manipulación y globalización no está de más reflexionar sobre el poder del estado, los medios y el auge de ciertos pensamientos que pueden volver a llevar a la Humanidad a caer en los totalitarismos, con todo lo que acarrea (bien detallado por Orwell). Valoración: 9.3.
Buenas Noches y Buena Suerte.
2 comentarios:
Este verano me leí Rebelión en la Granja y estoy deseando sacar tiempo (y acabar otro libro, El Jinete Polaco) para ponerme con 1984, la verdad es que este hombre era todo un visionario...
No tardes. Estamos ante un autor que difícilmente quedará obsoleto. Ya me dirás qué tal.
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