Llegamos de noche, a última hora. Planificamos nuestra visita en un día, el 2º día en la ciudad era el de nuestra partida hacia Buenos Aires y era un viaje largo, por lo que tuvimos que apretar nuestra visita en una jornada.
En esa única jornada realizamos dos excursiones de medio día. La primera de ellas fue partiendo desde la localidad fueguina hasta el tren del fin del mundo, el tren que trasladaba a los presos desde el presidio homónimo hasta el lugar donde se producía la tala de árboles. El paisaje es precioso, máxime si tenemos en cuenta la alternancia de zonas taladas con los contrastes de verde y tonos marrones en el arbolado. El tren, que funciona a vapor como los de antaño, está restaurado y cubierto, ya que el que trasladaba a los presos no tenía cubierta, hace un recorrido por la zona del parque nacional.
En esta visita conocimos y entablamos amistad con unos encantadores ancianos, él cirujano de 81 años y bonaerense, Silvio, y su mujer, Mary. Silvio se enfadó porque normalmente, a lo largo y ancho de sus viajes, lleva un magnetofón, graba sus notas y luego hace libros adjuntando sus fotografías y vivencias. Esta vez, la primera que visitaban Ushuaia, se lo dejó. Servidor tomó notas con un pequeño cuaderno, y al verme le entró el gusanillo, pues bien, Silvio me pedía permiso para quedarse, arrancar una hoja de la libretilla y copiar mis notas. Así entablamos una amistad muy buena, y me fue dando instrucciones para el matrimonio, intercaladas con alardes de memoria. Nos despedimos entre abrazos, como si de un tío se tratase.
Desde el la estación final del tren el autobús nos trasladó por una zona de vegetación frondosa pero poco sustrato, como prueba de ello, nos cayó un árbol en mitad del camino que unos operarios estaban despejando. Llegamos a la bahía Pataia, final de la ruta nº3, que baja por la panamericana desde Alaska.
Desde allí volvimos a Ushuaia a comer, puesto que el catamarán que nos iba a llevar a la excursión vespertina. En ella avistamos cormoranes y leones marinos, de distintos tipos, y llegamos al faro final, que no es el del fin del mundo que narra Julio Verne. Como siempre, nada mejor que ver las fotografías de estos simpáticos animales. A la altura del faro se giró el viento del suroeste, el más duro que sopla en la zona, y el catamarán tuvo que volver arrimado a la costa.
Una excursión recomendable, tantos si os gustan, como si no os gustan tanto este tipo de animales. La excursión matinal también muy recomendable. En resumen, Ushuaia, si tenéis tiempo, es una visita ideal, además de la carga emocional que tiene estar en una ciudad tan al sur, capital de las Malvinas y con tanta historia con los presos y su colonización inicial.
Buenas Noches y Buena Suerte.
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