A veces coges un libro sin saber qué te depara, para mí es lo mejor. No suelo leer las reseñas, si es que las hay, en las contraportadas de los libros, muchas veces cuentan demasiado. Prefiero las sorpresas. Seda, de Alessandro Baricco, ha sido una pequeña sorpresa en forma de frasco de perfume. Estamos ante un libro corto, 125 páginas, pero conciso, cuenta una gran historia en pocas páginas.
Hevé Joncour es el protagonista de Seda, se trata de un comerciante francés que vive a finales del s. XIX en la textil población de Lavilledieu. Ante la enfermedad que padecen las larvas en Francia se encuentra viajando a África en busca de gusanos de seda, cuando la enfermedad llegue a África Joncour tendrá que viajar a Japón, donde las exportaciones están todavía prohibidas, en busca de larvas sanas.
Esta novela destaca por su sutileza. Lenguaje breve, conciso, sugerente, casi a la manera de una antigua fábula oriental, es una muestra de admiración por la cultura japonesa. Es ordenada, casi todos los lectores pueden trazar de memoria el recorrido de ida y vuelta entre Lavilledieu y el poblado japonés, pasando por la maltrecha Fukushima y volviendo a tiempo de misa mayor. El erotismo va in crescendo hasta la carta del final, donde deja de ser sutil para ser explícito.
Es un libro cuanto menos curioso, se lee en una tarde y es de agradable lectura. Su concreción es de agradecer, Baricco quería contar una historia y la contó, es breve pero la concreción total. El, tan tratado en la literatura universal, amor a tres bandas ve una de sus mejores ejemplos en este libro. Valoración 7.
Buenas Noches y Buena Suerte.