Estamos resultadistas, es algo que está bien pero moralmente está mal. Es como hacer el Robin Hood, ganar para repartir a los pobres, robar. Algo así es estar robando a quien acude a un estadio o a su televisor para ver, pagando, un partido de fútbol, para presenciar un espectáculo. Pero ¡ay amigo! cuando no hay espectáculo ni hay victorias el público ruge, pañuelos, silbidos, ¡vete ya!. Clásicos de los estadios de fútbol. El problema viene cuando el equipo gana y se juega mal, o simplemente no se juega. Están los que defienden ganar como sea, y los que quieren ganar jugando como la naranja mecánica, el dream team o la selección brasileña. Tan válida es una teoría como otra, está claro que en el término medio está la virtud.
En Valencia pocas veces se ha jugado como la naranja mecánica, somos naranjas y a veces mecánicos pero con otro estilo. El estilo del Valencia, el que nos ha llevado a los títulos, ha sido otro, defensas férreas, contras, ataques fulgurantes, centros del campo intensos, los ejemplos todos los tenemos en nuestras mentes. No es preciso que se juegue así por narices, o por otra parte del cuerpo. Más preciso es ganar.
El tema que nos ocupa es la supuesta, y asignada por los medios, flor en las posaderas (que fino me ha quedado) que tiene últimamente Unai, ganando en los últimos minutos y sin jugar bien. Los detractores del técnico vasco se aferran a estos “pecados” para atacarle, yo me aferraría a la benevolencia del calendario, salvo la victoria en el Calderón, por fin se
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Buenas Noches y Buena Suerte.
Artículo publicado en http://comunidades.superdeporte.es/17769/blog/285/
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