Doce hombres sin piedad (Twelve Angry Men, 1957) o un atracón de Henry Fonda, y atracón de los buenos. Estamos ante uno de los grandes filmes clásicos de todos los tiempos, dirigido por Sidney Lumet. Es dura, es crítica, es mordaz y es brillante, es a veces asfixiante, como el calor que pasan sus personajes. Es una película que no puede faltar en la hemeroteca de un buen cinéfilo.
Os sitúo (Spoiler): acusan a un joven de asesinar a su padre, aparentemente todo está muy claro. Doce hombres tienen que decidir, casi todos lo tienen claro: culpable. Casi todos menos uno, David, un arquitecto al que da vida Henry Fonda, en uno de los papeles de su vida.
David tendrá que luchar para hacer partícipes a sus compañeros de jurado de las dudas razonables que invitan a pensar que es excesivo mandar al muchacho a la muerte. Todos los papeles son brillantes, cada jurado tiene un número-nombre, que queda marcado en la memoria de quien ve la película: el nº 1 y presidente del mismo, el escrupuloso oficinista de banco jurado nº 2 (John Fiedler), el pusilánime jurado nº 5 (Jack Klugman), el dubitativo jurado nº 6 (Edward Binns doblado por Sancho Gracia), el irreflexivo vendedor de mermelada y aficionado de los NY Yankees jurado nº7, al anciano miembro nº9..., hasta los más"duros de molleja" jurado nº3, nº4 (E.G Marshall), el acatarrado nº 10 (Ed Begley), el bigotudo nº 11,o el veleta publicista nº 12 (Robert Webber).
A los que hayan estudiado derecho creo que les encantará, a los que les guste la intriga también. A cualquiera que le guste el buen cine le dejará una huella para siempre. Valoración: 9.
Buenas Noches y Buena Suerte.
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