Yo no tengo la culpa.

No tengo la culpa de ser un “privilegiado”, si por privilegiado entiendes ser mileurista tras sacrificar años estudiando una carrera universitaria. No tengo la culpa de que mi puesto de trabajo no esté en peligro, o de que mi salario esté por encima de alguien que hace más horas que yo pasando frío. Yo no te condené a estar en el campo o en la calle, cada cual decide en qué trabajar dentro de un abanico de formación y de posibilidades. He tenido muchas, lo sé, pero sigo sin ser el culpable de tu situación personal.

No es que sea insolidario, no es que no me importen tus problemas, es que todos los santos días tengo que aguantar la misma cantinela, y la verdad, ya empiezo a cansarme. No soy yo el culpable de la situación del campo, situación que con mis impuestos, que pago hasta el último euro, ayudo a aliviar. Además, yo no trabajo en negro, como hacen muchos de tus compañeros, y a saber si tú lo haces.

Acepto tus consejos con respeto, y entiendo que las experiencias de tus años en el extranjero puedan servirme, pero sigo sin ser el culpable. Y sinceramente, estoy hasta cierta parte de mi cuerpo, que no mencionaré por respeto a mis lectores, de que intentes hacerme sentir culpable, hay mucha gente peor que tú, que estás rondando la jubilación y llegas a final de mes. Hay familias que sufren la crisis más que tú y no me machacan todos los días.

No entiendo de economía, soy farmacéutico, y no tengo el poder, ni siquiera voto. Así que deja de echarme la culpa indirectamente de tus males. Me encantaría que la cosa te fuera bien, a ti y a tod@s, indirectamente el negocio en el que trabajo iría mejor, y quien sabe si cobraría más. En el trabajo no puedo contestarte, por educación, por respeto, y por prudencia, pero en esta bitácora, la mía, puedo mandarte a tomar el fresco, que hoy hace bastante.

Buenas Noches y Buena Suerte.