Hace un mes que nos fuimos y yo todavía por acabar de contar mi viaje. Soy un desconsiderado. Abreviaré un poco para que esto no se haga eterno.
El domingo visitamos Caunes-Minervois, increíble monasterio representación del románico, con frisos del siglo VIII en su cripta y un centro histórico agradable para patear. Del castillo de Saissac, lo siguiente que visitamos, poco que destacar, mucha ruina, quizás el castillo en peor estado de todos cuantos visitamos. Luego nos desplazamos a la abadía de Villelongue, tras injerir una Cassoulet du Maisson, que es el plato típico de la región: una fabada con tocino, y carne de pato. En la abadía, los tres mosqueteros se echaron una minisiesta, este lugar es curioso, porque es privado con acceso al público, medio derruido y un jardín peculiar con formas artísticas a lo Pipi calzaslargas, patos sueltos, botellas, tumbonas… algo peculiar. Luego intentamos visitar St. Papoul, pero un concierto de piano nos lo impidió, así que visita para nada.
El día siguiente fue el día de la gran paliza, muchos kilómetros y muchos castillos, en total 4: Aguilar, Villerouge-Termes, Queribus y Peyrpetusse. El primero muy ventoso, Villerouge-Termes está bien porque te narran la historia de Bélibaste, el último cátaro en ser quemado, con audioguía. Pero lo más impresionante del viaje son los dos castillos que visitamos por la tarde, en la frontera con el departamento de Pirineos Orientales. El primero: Queribus, en muy buen estado, en una cima ventosa, bueno, muy ventosa, al que se accede tras subir muchas escaleras. La vista es increíble. Del segundo también se puede decir algo similar, Peyrepetusse es además muy grande, se extiende a lo largo de una minicordillera. Desde uno se divisa el otro, aunque se vea pequeño y a lo lejos. La verdad es que son impresionantes estos dos últimos castillos. Una joya que no debéis perderos. Nos queda una última entrega del viaje, pronto llegará.
Buenas Noches y Buena Suerte.
0 comentarios:
Publicar un comentario