Si hay algo que nadie se atreve a decir de Viena es que el Belvedere por dentro es un truño. Sí, así de ofensivo, insultante y desafiante comienzo esta cuarta y última parte. Los jardines geniales, el salón de mármol también, pero en cuanto a galería y en cuanto a palacio: obviable 100%. Se nota que no fue concebido por la familia real, esta compró el Belvedere en tiempos de María Teresa, que fue encargado por Eugenio de Saboya.
Actualmente el palacio contiene la principal pinacoteca austríaca, y allí se firmó la indenpendencia de Austria tras la II Guerra Mundial. Sabéis que Viena estuvo dividida en 4 sectores, uno de cada vencedor, tras la Guerra. De la pinacoteca destacar algún cuadro, quizás lo más destacado sea el famoso El beso de Gustav Klimt, pero es un museo flojillo, comparado con lo que hay por otras capitales europeas. No diré que no vayáis, pero sí que lo tengáis en cuenta si elimináis parte del recorrido.
Cerca tenéis la Iglesia de San Carlos Borromeo, no es familia de Jaimito, incultos. Es una de las iglesias más hermosas de Viena y sus frescos están recién restaurados, tan recientes que han mantenido el ascensor y los andamiajes que conducen a la parte más elevada de la cúpula. La vista desde allí es espectacular, eso sí, dentro de un año retirarán todo el andamiaje. En la foto veréis el punto más alto de la iglesia, hasta allí subimos.
Es el esperado momento, el de las comilonas, y por ende, el de los personajes, porque gracias a Miro, el barman del hotel, que nos recomendó un lugar en el centro, comimos genial. El lugar en cuestión se llama Figlmüller, allí se come genial y por 20-25 euros, nada caro teniendo en cuenta que el schnitzel se sale del plato, sin exagerar. Del resto de comilonas: salchichas deliciosas, no probéis el goulash (o como demonios se escriba), es otro de los timos de Viena, tened en cuenta que las ensaladas allí son del tamaño de un huerto, y arriesgad eligiendo; eso sí, siempre acompañados de una cerveza como Dios manda.
Para finalizar, contar que en nuestra partida nos recogió un simpático taxista que dirigió nuestros destinos a ritmo de El Danubio Azul y otros temazos del Concierto de Año Nuevo hacia el aeropuerto. El tipo pasó a la categoría de personaje por dos hechos: al decirle de dónde éramos su primera asociación fue "¡Oh, Raúl!" y se besó el anillo como hace el madridista al marcar, le intenté explicar quiénes son Villa y Torres pero me argumentó que no nos gustaba porque era viejo. En ese momento hice mía la máxima de mi abuelo de no discutir con ignorantes. Para rematar la faena mientras bajaba las maletas, y para ser cortés, le pregunté de dónde era, entonces me respondió con una sonrisa de oreja a oreja: "Irán, Ahmadineyad". Sinceramente no me veo explicándole a ningún guiri que soy de "Spain, Zapatero", o lo que podría ser peor "Spain, Juan Carlos Borbón".
A modo de clausura no puedo más que recomendaros la visita a esta maravillosa ciudad. Eso sí, de su fiesta nocturna no puedo opinar, no salí, lo sé, es raro. Podéis financiarme algún otro viaje para tener más crónicas.
Buenas Noches y Buena Suerte.
7 comentarios:
Para truños, estas tres primeras líneas. Supongo que no te molestará que lo diga. Sobre todo teniendo en cuenta la facilidad con la que se puede llegar a emplear esta palabra...
Decir que el Belvedere es un truño... No se puede, a menos que tengas menos sensibilidad que un viejo rinoceronte. Quizás Klimt decepciona -a mí, la primera; pero, dios, ¡¿qué hay de la colección inmensa e impresionante que tienen del XIX?! (y eso por poner un ejemplo) ¿Es que no la viste? Espera, espera: prefiero pensar que no. De lo contrario... Es que no, bromeas.
Veo que vas aprendiendo el "arte" del periodismo, me refiero a eso que hacéis tan bien: opinar de todo sin tener ni puñetera idea, ahora entiendes de rinocerontes y sensibilidades. La otra cosa que vas aprendiendo es a esa "libertad de expresión" de pacotilla de la que hacéis gala: vosotros podéis opinar lo que queráis pero otro no puede decir que una galería de arte le pareció floja y por ende un truño comparada con otras pinacotecas.
Cuestión de gustos, no diré nada más.
PD: Vas camino de ser la troll de este blog. Nos vemos estos días ;-)
Solo hay una manera humana de resolver esto...DUELO DE BAILES!!!!!
PD:Empieza jose con la culebra no-sexi
Yo diría que para truño, el penúltimo párrafo. Hablando de de libertad de expresión y opinar libremente que te parece esta perla:
"[...] al decirle de dónde éramos su primera asociación fue "¡Oh, Raúl!"[...] me argumentó que no nos gustaba porque era viejo. En ese momento hice mía la máxima de mi abuelo de no discutir con ignorantes."
Que tenga que enseñarte de fútbol español un taxista iraní en Austria no deja de tener su gracia.
P.D: Yo prefiero que haga el baile del hombre orgulloso.
Ah, y pensaba que no tenía rival en el título del troll del blog. Tendré que currarmelo más.
¡Uf! ¡Se me olvidó comentarte con la armadura puesta! Me pregunto si habrá en la farmacia algún medicamento para paliar el efecto de tanta puñalada -mal dada.
(Los farmacéuticos, por cierto, sí que son profesionales como dios manda. O quizás, como saben tanto, seas dioses, sin más, ¿no te parece?)
Por lo demás, no pretendía coartar tu libertad de expresión -qué fácil es escudarse en eso, sino sugerir que la palabra "truño" no era, desde mi punto de vista, la más apropiada.
@ Emilio: El único argumento para explicar la ausencia de Raúl del Equipo Campeón de Europa era que lo descartábamos por su edad...
@Eme: "sugerir que la palabra "truño" no era, desde mi punto de vista, la más apropiada", ese es un buen tono para comenzar un debate, no llamar rinoceronte a nadie...
@Anónimo: Prefiero el baile del jurado popular...
Publicar un comentario