La política no es para los hombres de ciencia, o al menos eso pensaba hasta que descubrí su faceta como Ministro de Sanidad. Pero con usted aprendí que la Ciencia, como la política, a veces no sale como uno espera, aunque lo importante no sea el resultado, sólo es un resultado. Esta verdad, que todo investigador debe conocer para no suicidarse, la podemos aplicar a uno de los proyectos más valientes de su predecesora: la Ley Antitabaco. A mi juicio corta y demasiado blanda, pero valiente; lástima que este país de ceporros y maleducados la boicoteara de tal manera.
Pero su legado es amplio, y no se conformó con legislar, apostó por investigar con células madre, a pesar de la oposición de la Iglesia. Nos ha dejado a la cabeza de Europa y del mundo en este campo, pese a lo precario de nuestro presupuesto investigador, y, lo que es más importante, ha salvado vidas, y las que quedan por salvar. Además es de agradecer sus esfuerzos por el uso racional de antibióticos, por la alimentación equilibrada de nuestros jóvenes y su defensa del modelo sanitario español, el mejor del mundo, por doquier.
Es de resaltar que se fue como un caballero, cuando lo suyo fue una verdadera puñalada trapera para cualquier español con dos dedos de frente. Entrañable, simpático y con un sentido del humor tan ácido como inteligente, no dejó a nadie indiferente en su despedida: a la prensa con la foto desde el otro lado, a su sucesora con un consejo valioso y a la ciudadanía con su educación y su amor por la Sanidad.
Zapatero ha apostado por un perfil más social para el Ministerio, quiere salvarle el culo a la Ley de Dependencia, quizás olvida que con una buena prevención sanitaria se evitarían muchas dependencias. Muchas gracias señor Soria, bon vent i barca nova.
Buenas Noches y Buena Suerte.
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