Con esto de la mudanza, no tengo tiempo para nada. No lo creerán, pero aún no he visto las fotos del viaje. Pero si de algo hemos tenido tiempo, con 8 aviones en 16 días, ha sido de leer. Dos libros y medio, y eso que me dejé a medias en España el libro de José Ferrandis Peiró, que terminaré ahora como muchacho aplicado.
El segundo de los libros que devoré fue De la tierra a la luna, un clásico de Julio Verne. Ya sé que debería comenzar por el primero de los libros que leí, pero me he tomado la licencia de alterar el orden, cuando veáis el título del libro lo entenderéis.
Pero vamos a lo que nos ocupa. Esta novela del gran Jules Verne la he encontrado encuadrada en varios lugares como novela juvenil, cuando el tema, cuando la obra se publicó, allá por 1864, de juvenil tenía poco. Estamos ante la primera gran novela de ciencia ficción, y digo gran. La cantidad de datos científicos aportados por el autor, para el conocimiento que se tenía en aquella época, tampoco vamos a pedirle que nos explique teorías que no se conocían por aquel entonces, es abrumadora, y confiere a la obra solidez argumental, que es quizás uno de los pilares en los que se sostiene la buena literatura de ficción.
La trama transcurre acabadas las guerras americanas, cuando los miembros del Gun Club, un club de artilleros liderados por su presidente Barbicane (ya por aquel entonces Verne destaca el amor del pueblo norteamericano por las armas), decide disparar un proyectil a la luna. Así saldrían del tedio que suponía no estar en guerra, y al mismo tiempo harían una demostración de fuerza que engrandecería sus figuras. No creo que sea necesario contar mucho más del argumento, porque muchos habéis leído la novela y porque recomiendo que lo hagáis a los que no lo hayáis hecho, es un libro que debería leerse en todos los colegios o institutos.
Desgranando, desde mi humilde punto de vista, la obra, me dejó estupefacto la narrativa de Verne, su manejo de datos, la forma de exponerlos, y, como he dicho, su solidez científica. Además, la manera de introducir a los personajes en una espiral de euforia e hipérboles inimaginables hace que leyendo algunos pasajes del libro uno no pueda evitar soltar una carcajada. Por si fuera poco, el final es abierto, y no tengo dudas de la intencionalidad del hecho, puesto que Verne escribió hasta donde sus conocimientos le permitían.
En resumen, obra imperdible, clásico entre los clásicos, que debéis leer si aún no lo habéis hecho. Yo debería haberlo hecho antes. Pasaréis un buen rato, con una obra que, por mucho que haya pasado el tiempo, no ha quedado tan anticuada para el brutal avance que ha hecho la tecnología que hoy tenemos. Valoración: 7.7.
Buenas Noches y Buena Suerte.
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